Fortnite ha sido un verdadero fenómeno social en el mundo de los videojuegos desde hace un tiempo. El título popularizó un estilo de juego conocido como “battle royale”, que son juegos entre varios jugadores que luchan por ser el único superviviente.
En Fortnite, la acción se desarrolla en un contexto apocalíptico con personajes que, al aterrizar en una isla llena de armas y con pocos suministros, tienen un objetivo: sobrevivir antes que los demás.
El origen del videojuego
El origen de todo está ni más ni menos en la literatura. En 1999 se publicó la novela ‘Battle Royale’ del escritor japonés Koushun Takami. En el contexto de la literatura distópica, la trama presenta un gobierno totalitario y controlador que promueve el terror y la competitividad. Cada año secuestra un autobús de estudiantes para enviarlos a una isla evacuada, donde tienen que matarse entre ellos. El éxito de la publicación despertó tanto interés que se hicieron hasta dos adaptaciones cinematográficas.
Años más tarde, en 2008, la escritora estadounidense Suzanne Collins publicó el primer libro de la trilogía ‘Los juegos del hambre’ con una trama que recuerda a la distopía de Takami: Bajo el mismo lema que ‘Battle Royale’, el Capitolio se compromete con veinticuatro Tributos luchar en una arena para ser el único que queda. La novela también tuvo un gran impacto y fue llevada al cine con gran éxito.
Fortnite es literatura distópica
Después de poner el videojuego en el mismo contexto, llego a clase y les lanzo el mensaje que tanto temen: Fortnite es literatura. Todos son rostros de expectativa, pero también de decepción. ¿A quién le dedicaré tantas horas a partir de ahora? ¿Tú también me decepcionas, Fortnite, y te siembras como una cultura frente a mí?
Me río y aprovecho la curiosidad que me ha despertado para pedirles que reflexionen sobre los conceptos de distopía y utopía, y les sugiero que traten de comparar los gobiernos de ambas novelas con los de otras obras universales con sociedades similares. Inevitablemente, aparecen títulos como 1984, Fahrenheit 451 o Un mundo feliz.
Práctica literaria
A partir de este punto, te sugiero que imagines que hay un gobierno autoritario en la sociedad Fortnite que ha creado una isla para asustar a la población. Y así, poco a poco, comenzamos a transformar la trama del videojuego en una distopía. Los alumnos trabajan en grupos de seis y por supuesto tienen que asegurarse de que al menos dos personas del mismo grupo conozcan el videojuego y lo hayan jugado en algún momento.
En la propuesta, el gobierno explicará por qué creó la isla; el conformista llegará a este lugar sin cuestionar nada; y el rebelde hablará de su vida pasada antes de llegar allí y querrá buscar una falla del sistema para destruirla.
A medida que avanza la historia, el gobierno se da cuenta de la presencia de un rebelde. Este a su vez buscará cómplices que lo ayuden, pero se verá solo porque nadie quiere ayudarlo; y el conformista, en cambio, seguirá con la venda de los ojos.
Luego anuncio en qué consistirá la actividad: hay que escribir una narrativa distópica desde diferentes ángulos: el de un posible gobierno, el de un carácter conformista y el de un personaje rebelde. Las tres historias deben coincidir, aunque cada una explica los hechos, cómo ven y se sienten.
No propongo ninguna pauta para el resultado, aunque tendrás que conseguir que los rebeldes destruyan el sistema. Cada grupo puede decidir qué medio utilizar, pero debe basarse en elementos del videojuego y la historia de los tres puntos de vista debe coincidir de principio a fin.
La reacción de los estudiantes es sorprendente. De hecho, quienes no siempre están dispuestos a dedicar unas horas al trabajo en el aula toman la iniciativa en los grupos de trabajo. Puedo imaginar que no pueden permitirse el lujo de fracasar en un trabajo que habla de Fortnite.