¿Cuántas mujeres desempeñan los papeles principales en la clase de filosofía y sirven como modelos a seguir para las nuevas generaciones? Te proponemos 15 mujeres filósofas imprescindibles para entender el pensamiento filosófico que ha entrado en nuestro tiempo.
A lo largo de su vida, su ideología evolucionó de pacifista radical a sindicalista revolucionaria. Es de origen francés, estudió en la Ecole Normale Supérieure con Simone de Beauvoir y escribió obras sobre el papel de la mujer trabajadora, la religión y la poesía mística. En una de sus obras póstumas, Ensayos sobre la condición del trabajador, contenía cartas y un diario sobre su vida en una fábrica que reflejaba su posición como mujer trabajadora.
Esta mujer británica es considerada la fundadora de la ética contemporánea de las virtudes, tendencia originalmente creada por Platón. Estudió filosofía, política y economía en Gran Bretaña y es más conocida por uno de sus trabajos, ‘Creencias naturales’, en el que analiza el dilema del tranvía: si el tranvía va en una dirección, matará a una persona. Si vas a otro, varios. ¿Cuál debería elegir el conductor? Esta pregunta desató un debate entre las distintas corrientes filosóficas de la época. Gracias a su crítica al no cognitivismo, muchos filósofos de todo el mundo tomaron sus ideas para desarrollarlas.
Su trabajo más popular es “In Another Voice”: un análisis de las diferencias entre los roles morales de género de niños y niñas. Es una de las influencias del feminismo pacifista que se enfoca en la acción noviolenta, aunque ha sido criticada por “romantizar” su trabajo porque no le da poder a las mujeres en su doctrina.
Nació en San Petersburgo y es conocida por sus obras filosóficas y de ficción. El objetivismo, que era uno de los modelos que defendía, explicaba la idea de que cada individuo debe elegir los valores con los que argumentar y cómo alcanzarlos. También se basó en el egoísmo racional y el liberalismo económico, mientras rechazaba el socialismo y el altruismo porque, en su opinión, estas enseñanzas no permiten que las personas elijan cómo vivir.
Esta monja carmelita vivió en territorio polaco durante la Alemania nacionalsocialista. Era de origen judío (aunque toda su vida ha girado en torno a la Iglesia católica y en unos momentos se declaró atea), fue asesinada en el campo de exterminio nazi de Auschwitz. Fue profesora en la Universidad de Wroclaw y argumentó en su tesis que las personas tienen un problema de empatía y conciencia.
Primero está este pensador, filósofo y ensayista español cuyo extenso trabajo entre el compromiso cívico y el pensamiento poético solo fue reconocido en España en el último cuarto del siglo XX. Tras un largo exilio y de anciana, recibió los dos máximos premios literarios de España: el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Cervantes en 1988.
La Hiparquía de Maronea luchó en la peculiar escuela cínica fundada por Antístenes. Fue autora de tres libros y logró colarse en las tertulias y banquetes organizados por los Filósofos del Siglo, aunque más de uno no agradeció su presencia. Cuando murió, celebraron una fiesta en su honor en la escuela del Pórtico de Atenas, declarando esa fecha el día de la inclusión de la mujer en el mundo de la filosofía cínica.
Siglos después de la Hiàrquía, la lucha contra las mujeres por conseguir los mismos derechos que los hombres seguía sobre la mesa. Olympe de Gouges era el seudónimo de la escritora, dramaturga, escritora de folletos y filósofa política francesa Marie Gouze. Como otras feministas de su tiempo, la autora de la Declaración de los Derechos de las Mujeres y los Ciudadanos (1791) fue abolicionista y murió en la guillotina defendiendo a los girondinos.
El escritor, profesor y filósofo francés fue un acérrimo defensor de los derechos humanos y de la mujer. Sus novelas, ensayos, biografías y monografías forman parte de la corriente filosófica del existencialismo, y su obra ‘El segundo sexo’ se considera fundamental en la historia del feminismo.
Esta intelectual del siglo XVIII asistió en secreto a las clases que estaba tomando su hermano pequeño y aprendió a hablar varios idiomas. Organizó reuniones filosóficas donde se reunieron científicos como D’Alembert, Adam Smith, Thomas Jefferson e incluso Olympe de Gouges. Tras el fin del Terror jacobino, reanudó su carrera literaria y en 1798 publicó su obra más famosa: ‘Lettres sur la Sympathie’, que acompañaba su traducción al francés de la ‘Teoría de los sentimientos morales’ de Adam Smith.
Filósofa inglesa del feminismo y defensora de los derechos humanos, se crió en una casa dedicada al unitarismo y a los 19 años se casó con John Taylor. Después de su muerte en 1852 se volvió a casar con el filósofo utilitario John Stuart Mill, a quien influyó con sus ideas feministas. Durante su vida escribió varios ensayos, pero pocos fueron publicados en vida: su obra responde a un deseo de establecer la igualdad definitiva entre hombres y mujeres en la educación, el matrimonio y ante la ley, destacando “La emancipación de la mujer”.
Una de las primeras filósofas en ingresar a la Universidad de Zurich (Suiza). Fue admirada por Nietzsche, Paul Rée y Rilke. Freud dijo de ella que era una mujer “de peligrosa inteligencia”. Gracias a esta última amistad, se interesó por el psicoanálisis y logró ser una de las pocas mujeres que fueron aceptadas en el círculo psicoanalítico vienés.
Como una de las grandes figuras del mundo moderno, escribió novelas, cuentos, ensayos, tratados, un cuento de viajes y un libro de literatura infantil. En su obra ‘Justificación de los derechos de la mujer’ (1792), sostiene que las mujeres no son por naturaleza inferiores a los hombres, pero que no parecen recibir la misma educación. En sus obras, la autora creó un orden social basado en la razón. Y es con este trabajo que sentó las bases del feminismo moderno y la convirtió en una de las filósofas más populares de Europa.
El filósofo y teórico político alemán fue una de las personalidades más influyentes del siglo XX. Trabajó como periodista y profesora universitaria y publicó importantes artículos sobre filosofía política, a pesar de negarse a ser catalogada como tal, donde defendió el concepto de pluralismo en la política. Como resultado de estas consideraciones, criticó la democracia representativa y prefirió un sistema de consejos o formas de democracia directa.
Es conocida como la primera escritora profesional de la historia, además de filósofa y poeta humanista. Su obra “La ciudad de las damas” (1405) se sitúa en el inicio de la llamada denuncia de las mujeres, un debate literario que giró en torno a la situación de las mujeres y su defensa frente a la situación de subordinación que caracterizó la época. Además, sus poemas se organizan en colecciones con una trama narrativa extraída de su experiencia personal. Gran parte de su trabajo contenía información biográfica detallada que era inusual en ese momento, y sus primeros poemas y baladas de amor perdido transmitían la tristeza de su viudez prematura.