Las calabazas son una de las verduras más antiguas del mundo. Los libros de historia indican que las calabazas se cultivaron desde el año 7000 al 9000 a.C. No se introdujeron en Europa hasta el año 1500. Afortunadamente, porque no hubiéramos querido perderlos más. Nada sabe mejor que una deliciosa sopa de calabaza. Especialmente ahora que se acerca el otoño y las calabazas están por todas partes. Aunque la cosecha dura desde principios de julio hasta principios de octubre, las calabazas en los Países Bajos se consumen principalmente en invierno. Esto se debe principalmente a las tradiciones que rodean a Halloween.
La calabaza es rica en vitaminas A, C, E, B6, B11 (ácido fólico) y minerales como potasio, calcio, magnesio, hierro y fósforo. Un contenido muy alto de vitamina A y antioxidantes (vitaminas C y E) asegura un sistema inmunológico fuerte y reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el estilo de vida. El ácido fólico (B11) es un actor importante en el complejo de vitamina B y asegura un sistema nervioso saludable y un sistema inmunológico fuerte. También juega un papel importante en la formación de glóbulos rojos y ADN.
Obtenemos demasiado sodio a través de la mayoría de los productos. Un alto contenido de potasio en las calabazas asegura una presión arterial estable y un equilibrio de humedad óptimo en nuestro cuerpo, que está determinado por el sodio y el potasio. Además, el potasio asegura que los impulsos nerviosos estén mejor dirigidos y los músculos se contraigan. La calabaza también tiene un alto contenido de grasas omega-3 que son importantes para el funcionamiento adecuado del cerebro. Con todo, ¡suficientes razones para decir que las calabazas son súper saludables!